martes, agosto 14, 2007

DIOSPI SUYANA en un pueblo llamado Curahuasi




DIOSPI SUYANA en un pueblo llamado Curahuasi ...
http://www.diospi-suyana.org/
El término “Diospi Suyana” en Quechua significa ‘Dios es nuestra esperanza’.
Diospi Suyana es una organización benéfica con el propósito de establecer y mantener un hospital misionero para los indígenas de la sierra del Perú.
Curahuasi está localizada en la región de Apurímac, a la cual se le llama la casa de los pobres del Perú. En esta región viven 500 mil personas, en su mayoría indígenas Quechua, en condiciones de gran pobreza. Solamente asisten 2,8 médicos a 10 mil personas, quienes, además, solo atienden en las ciudades. Curahuasi está a 125 kms de distancia de la ciudad de Cusco. Situada en una altura de 2600 metros, cuenta con un pronunciado clima suave, el cual resulta provechoso para la sanación de los pacientes.

La visión
Desde la conquista de América del Sur por los Españoles en el siglo XVI los indígenas han vivido en el nivel más bajo de la pirámide social. Los “Indios” sufren de un racismo obvio y una educación insuficiente.
Los indígenas hallan un acceso limitado a las instituciones médicas por razones financieras y/o falta de una infraestructura. La tasa de médicos disponibles en las provincias montañosas, alcanza de 2.8 – 3.2 por 10 000 habitantes (Alemania 33.5). Esto tiene como resultado en una mortalidad infantil alta y una esperanza de vida reducida.

Ante esta situación las metas de la organización intentan mejorar el servicio médico para los indígenas, especialmente en el campo, y anunciar el evangelio de Jesucristo. Además pretende mejorar la posición social de los nativos y sensibilizar a los países occidentales con respecto a los intereses de los indígenas en America del Sur.

El Hospital
La organización benéfica Diospi Suyana quiere establecer y mantener un hospital misionero para los indígenas de Perú. Esta institución va a ofrecer socorro médico a los pobres en el nombre del amor de Jesucristo.

El concepto
La localización del hospital será la ciudad de Curahuasi, 125 km. al Oeste de Cuszo, en la sierra de Apurímac. En un radio de 3 horas cerca de 750.000 habitantes podrán alcanzar el futuro hospital por medio de las vías terrestres.

Diospi Suyana tiene la intención de ofrecer tratamiento médico de buena calidad por un precio económico. La institución será equipada con 50 camas, 4 salas de operaciones, cuidados intensivos, laboratorio y rayos x.

Alrededor de 35 peruanos encontrarán empleos en el hospital. Otros 35 extranjeros serán financiados por grupos de apoyo en sus países de origen para servir en el hospital.

Celebramos la primera piedra el 24 de mayo del 2005. La inauguración del hospital tendrá lugar en agosto del 2007.

La financiación
Los costos de la construcción

Calculamos una cantidad de 3 millones de dólares para la construcción del hospital. Esperamos que los equipos serán regalados por empresas alemanas. Para cubrir todos los gastos necesitamos fondos de donaciones enteramente.

Los costos de mantenimiento
Nos proponemos de formar un grupo internacional de apoyo que produzca 50% de los ingresos del presupuesto mensual. Además hemos establecido la fundación "Diospi-Suyana-Stiftung" en marzo del 2004. Todos los pacientes pagarán un cierto honorario que dependerá de sus circunstancias sociales.
Negociaremos la contribución por parte del Estado Peruano al servicio médico de la institución.

Klaus-Dieter John:
El hospital en Apurímac es un milagro, pero han habido problemas...
Dicen que la prueba de la existencia de Dios son los milagros. Klaus-Dieter John (cirujano) y su esposa Martina (pediatra) han erigido un hospital de cinco millones de dólares en una zona paupérrima del Perú a punta de donaciones y voluntariado, superando indiferencia, corrupción y burocracia. ¿No es un milagro? Más datos: http://www.diospi-suyana.org/
"Cuando mi esposa y yo llegamos al Perú, quedamos fascinados no solo por la naturaleza sino por la diversidad étnica. Y entendimos que los quechuas, que son parte importante de este país, aun cinco siglos después de la conquista, siguen viviendo en una situación de pobreza muy grande", explica el doctor Klaus-Dieter John. Está haciendo la misma presentación que han hecho más de 600 veces en Alemania, Estados Unidos y el Perú.
"La conquista terminó, pero la opresión continúa. Así es. Falta infraestructura, no tienen oportunidades, etc. Y lo peor: dos tercios de la población no tiene acceso a atención médica. Casi todos los quechuas tienen lombrices en el estómago, y muchos no lo saben. Mi esposa y yo teníamos muchas ganas de volver al Perú para fundar un hospital como los que hay en Lima, para ayudar a los campesinos de la sierra."
¿Y cómo empezaron el proyecto del hospital?
Escribimos lo que planeábamos en tres idiomas -alemán, inglés y castellano-. Fundamos una organización en Alemania en la que compartimos una visión. Somos creyentes de diferentes iglesias, pero creemos en el amor de Jesús, y por eso queremos hacer todo lo posible por ayudar a los pobres.
Le pusieron Diospi-Suyana al proyecto. ¿Qué significa?
Es quechua. Significa 'Dios te espera' o 'Esperanza de Dios'.
¿Por qué escogieron Apurímac?
Porque es una de las zonas con menos atención médica. Y no hay oportunidades para escapar de eso. Escogimos Curahuasi, la Capital del Anís, porque está en la ruta de Cusco a Lima. Pero, a simple vista, es un imposible. A medida que empezamos a trabajar, comenzamos a recibir donaciones. No teníamos nada. Y el proyecto no era pequeño: quirófanos, sala de emergencia, consultorios, 50 camas, cocina, lavandería, sistema de tomografía axial, dormitorios para voluntarios que llegaran a trabajar gratis e, incluso, un anfiteatro -allá no hay teatro, ni cine, ni nada-. Le compramos un terreno muy barato a la Iglesia Católica, negociamos un convenio con el gobierno de Apurímac para que apoyara con maquinaria.
En octubre de 2003 nos mudamos como familia para allá. Éramos la única familia alemana entre 30 mil quechuas.
¿Y cuánto necesitaban?
Necesitábamos tres millones de dólares para la infraestructura y dos millones más para los equipos. Buscamos donantes y 35 voluntarios dispuestos a dejar sus trabajos en Europa para venir a trabajar a la sierra peruana gratis. En enero de 2004 fuimos a Alemania a contarle a la gente nuestro sueño. Nos dijeron que estábamos locos. Mi esposa y yo hicimos, en Alemania, más de 600 presentaciones de nuestro proyecto. Hasta ahora han salido 135 reportajes sobre el hospital en la prensa alemana. Y el proyecto es permanentemente auditado para demostrar en qué se usa el dinero. Así fuimos avanzando.
Me contaba que recibieron donaciones directamente en equipos.
Importantes empresas nos donaron equipos de cirugía laparoscópica, de tomografía axial, camillas y ambulancias. Pero aún falta el 7% del total. Hemos recibido ayuda de gente humilde y de grandes organizaciones. En mayo, hace dos años, pusimos la primera piedra y anunciamos la inauguración para el 2007. Ese día cantamos los himnos de nuestros países. El sueño de mi esposa y el mío es un símbolo de amistad entre Perú y Alemania, entre católicos y evangélicos, entre blancos y quechuas.

En este hospital atenderemos gratis a 100 mil campesinos al año, con cariño y respeto y con tecnología como la que hay en Lima. No creo que esto haya sido fácil. No. Me sentí muy decepcionado cuando una gran empresa telefónica nos negó ayuda en comunicaciones . Ni en Alemania ni en el Perú las cosas funcionan sin Internet. Estaba desolado y, de casualidad, un ejecutivo de Impsat vio mi presentación y nos ayudó con una antena satelital. Nos donó 20 mil dólares al año. Fue la primera empresa peruana en apoyar de esa manera. Ahora, desde el hospital podemos llamar a China y a Alemania a la vez sin costo. Muchas empresas peruanas han ayudado con transporte y con materiales.
¿Cómo han logrado superar las trabas burocráticas?
Las barreras aduaneras son terribles. A veces las donaciones se quedan meses en depósitos hasta que se terminan los trámites. Pero, con eso, la prensa nos ha ayudado mucho . Ustedes aún necesitan ayuda, ¿no? Esto es un milagro. Es imposible repetir esta historia. Hemos visto muchos milagros -cada donación lo es-, pero también hemos encontrado muchos obstáculos.
Cuando la gente se dio cuenta de que estábamos invirtiendo millones, pensaron que podían sacar su parte. Hubo instituciones que pidieron miles de dólares para darnos permisos o, simplemente, para no obstaculizar el proyecto. Mi esposa y yo muchas veces perdimos el sueño en la noche. Pero, cuando la primera dama Pilar Nores aceptó ser madrina del hospital, eso se detuvo. Incluso hubo un candidato a la presidencia de la región que decía que queríamos traficar con órganos . Claro, él tiene un negocio vinculado con el alcohol, que es un problema en la sierra y que nosotros combatimos.
¿Qué falta para empezar a trabajar?
Hay demoras inexplicables en la entrega de las licencias para que los médicos puedan trabajar aquí. Es gente que está viniendo a ayudar. Es una lucha increíble. Mi esposa y yo hemos trabajado en excelentes hospitales de Estados Unidos y no nos dan la licencia para ayudar. Esto me ha hecho sentir muy decepcionado. La corrupción en funcionarios y políticos es enorme, y la burocracia es infinita. Sin la ayuda de Dios, nada de esto habría sido posible.
¿Qué planea hacer ahora?
La inauguración será el 31 de agosto y estamos preparándonos. Mi esposa y los niños se quedan en Curahuasi. Yo voy a viajar a seguir haciendo presentaciones del proyecto. Tengo previstas 200 en varios países. Hay que seguir trabajando.


The story of German physicians Klaus and Martina John sounds utopian but is very real. Every fantasy or doubt about what they are trying to accomplish in Curahuasi disappears after you make eye contact with them and shake hands. The expression they give us is a strange mixture of solidarity and kindness which quickly opens your eyes and ears.
It is unusual listening to a married couple that has nothing but their three kids and a brilliant career, to make the decision of founding a new hospital where the poorest of the poor receive medical treatment with dignity and modern technology.

Curahuasi is the world capital of anise. Great! And? And nothing else. The farmers living in the Apurimac region, half way between Cusco and Abancay, have nothing but the poetry of their land sowed with white anise or purple flaxseeds; two plants that co-exist very well. To tell the truth, Curahuasinos also enjoy a good climate - not too cold, not too hot - and a spectacular landscape.
Then a German couple arrived in the middle of this pearl of a landscape with a fantastic idea: to build a hospital which would provide quality treatment, using modern equipment, to those in desperate need for next to nothing.
Just to be on the safe side, Klaus John mentions that they do accept money for their efforts. Of course, those who don’t have anything pay (almost) nothing. In other words, the only condition for receiving excellent medical care at Diospi Suyana is that you need to be sick. No ID cards are required, nor proof of social security, nor recommendation letters. And you will not hear a “come back tomorrow”. You will not have to go through the hell of discrimination because you speak Quechua, because you cannot read, because you are a women without an income or even worse; because you are all three.

Klaus John is a surgeon, his wife Martina is a pediatrician, and their three kids are Curahuasinos at heart. After working and gaining experience in Ecuador’s rain forests for several years, about the time of their 40th birthday, they decided to fulfill their dream of building a hospital for the needy.

The John’s explain very subtly that Diospi Suyana is just a charity organization that wants to create and operate a mission hospital for the farmers and peasants in Peru’s Andean sierras.
Diospi Suyana translates to “God is our hope”. If hope can move mountains, then in their case, it also joggled some people’s wallets, moved hearts, and authorities. Their faith helped to overcome a staggering bureaucracy and deep-founded skepticism of many who rejected their plan or refused to help. It found a way around roadblocks, dissected mathematical arguments, and succeeded in developing a project that both Catholic and Evangelist Christians have worked on together.



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